Cabo Roberto Calzada, premio «Pedro Castillo» 2023

Se planta uno ante el cabo Calzada, de nombre Roberto (Salamanca, 1986) y casi tiene la impresión de encontrarse con una estatua viva de un guerrero espartano, con un mármol al que Fidias, por fin, hubiese logrado insuflarle un soplo de vida, como hacían sus dioses. Barba negra, poblada, cuidada. Nariz aguileña. Mirada almendrada y serena. Perfil, sí, como tallado a cincel.

Y si te paras, no es difícil imaginarlo allá en las playas de Troya, como un Ayax Telamonio batiéndose sin temor con los teucros para devolver a Aquiles el cuerpo ya exánime del admirado y amado Patroclo. Sentado a los remos del Argos, junto a Jasón en busca del ansiado vellocino de oro. O detrás de Leónidas, uno de entre los trescientos, cerrando silencioso el paso de Las Termópilas. Porque de entre los méritos que destacan de él, ganador este año 2023 del premio Pedro Castillo al mejor jinete de tropa del Regimiento Farnesio, cabe mencionar eso: es un hombre callado y discreto, que no hace ruido, pero del que sabes a ciencia cierta que está ahí cerca, detrás, para lo que necesites.

Ingresó Calzada en el Ejército en el año 2008, sin antecedentes militares en la familia y sin una expectativa en concreto, “que el disparo me sorprendiera, como suele decirse”, explica el ganador del premio. Y parece que sí le sorprendió, para bien, pues continúa en las filas de la Caballería, aunque en su mente la primera opción era el arma de Ingenieros. Afortunadamente para el Regimiento Farnesio, en aquel momento no había plazas convocadas en el Regimiento de Especialidades de Ingenieros de Salamanca, y así fue como Roberto terminó en el viejo tercio de Hessen-Homburg.

Y en él, ha hecho de todo: tripulante de Leopardo, de VEC, de TOA, de VAMTAC… En estos momentos, está al frente de uno de los equipos de morteros pesados del tercer escuadrón ligero acorazado. Y recién llegado, como quien dice, de la misión de Mali, que ha supuesto su cuarta salida al extranjero en misión internacional, tras tres despliegues en El Líbano. ¿Mucha diferencia entre ambas?, le pregunto. Y sí, las hay, tal y como me explica. En El Líbano, formaba parte de la QRT, lo que viene a ser como una fuerza de reserva a disposición del mando de la misión UNIFIL; y ésa era su dedicación exclusiva. En Mali, sin embargo, los servicios y las guardias se comían la casi totalidad del tiempo. Eso sí, Calzada, encantado de salir de misión. “Esto es como si eres deportista, entrenas pero no compites”.

 

Y es que el salir de misión es uno de los aspectos que el cabo Calzada más valora de la vida militar. “Aquí encuentras oportunidades y se dan situaciones que no vives en ninguna parte”, recalca, para añadir además la posibilidad de manejar vehículos y, por encima de todo, “la gente con la que estás día a día, con la que convives”. En definitiva, el compañerismo.

Sobre el futuro, el Pedro Castillo 2023 me avanza su intención de optar a las plazas de permanencia y también, la posibilidad de un cambio de especialidad, hacia una más enfocada al mantenimiento. Y precisamente por ahí, van los tiros cuando me intereso por saber a qué va a dedicar la beca con la que el Asociación Veteranos de Caballería de Farnesio contribuye a mejorar la formación del ganador del premio Pedro Castillo. Resulta que Roberto Calzada, de niño, se dedicaba a curiosear y desmontar bicicletas, una afición en la que, con el paso de los años, ha ido profundizando más y más. Y con ello en mente, empleará la beca en algún curso de mecánica y mantenimiento de bicicletas.

Marcha ya el cabo Calzada camino de su escuadrón, por la Avenida del zar Nicolás II en la Base Militar “El Empecinado”. Al otro lado de la verja, los más agoreros hablan de la falta de valores de una sociedad vacía, de una juventud sin principios ni objetivos, de gentes sin compromiso… Aquí, con cada paso, se va empequeñeciendo en la lejanía el “soldado ejemplar” del Farnesio, y tras de sí parecen hacerse realidad las palabras de Bernardo de Claraval en su Elogio de la nueva milicia templaria: “Piensan más en combatir que en presentarse con fausto y pompa y, aspirando a la victoria y no a la vanagloria, procuran hacerse respetar más que admirar de sus enemigos”.

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