Vuelvo una vez más a John Ford. Sí, ya sé, me vas a decir que soy un pesado recurrente con el autor de «Centauros del desierto» o «El hombre que mató a Liberty Valance»; pero es que hay tantos momentos de Caballería en sus películas que es realmente difícil no tenerlo como referencia. Hoy toca «El sargento negro»:
Pregunta Mary Beecher que quién es el capitán Búfalo, a lo que el teniente Cantrell le explica que el capitán Búfalo es el soldado ideal, un gigante, algo así como Goliat. Y sigue: «ahora los compañeros de Rutledge deben de estar cantándolo por él, quieren infundirle ánimo con la canción». ¿Y qué dice la canción? Pues algo así como:
«Una vez, un soldado le preguntó a su sargento:
Mi sargento, ¿alguna vez vio caminar a una montaña como si fuese un hombre?
Y el sargento le respondió:
Cómo se nota que eres un novato. Si no, reconocerías al capitán Búfalo.»
Pero, ¿existen de verdad capitanes búfalo? Pues incluso en la vida cotidiana, con sus matices, sus oscuridades y su fragilidad, uno puede encontrarse con ese soldado ejemplar, aunque no parezca una montaña que camina como un hombre. Y hoy te voy a presentar a uno, que sirve a los españoles bajo la cruz de Borgoña del Regimiento de Caballería «Farnesio»12.
Iván del Egido Arroyo, 42 años, vallisoletano, con pareja y sin hijos, cabo 1º de la Escala de Tropa, especialista en mantenimiento de vehículos, destinado en el Escuadrón de Plana Mayor y Servicios del Grupo de Caballería «Santiago» I/12, Regimiento de Caballería «Farnesio» 12. Y además, ganador del premio «Pedro Castillo», con el que todos los años el Farnesio reconoce los méritos y las virtudes del mejor jinete de tropa. El premio incluye una beca de estudios, que financia la Asociación de Veteranos del Regimiento Farnesio, y que, en este caso, servirá para que el cabo 1º Del Egido continúe con sus estudios en el Grado Medio de Electromecánica del Automóvil. Nuestro jinete es un hombre de apariencia serena, mirada clara y del que, si se pregunta entre sus compañeros, la respuesta que se obtendrá será un enarcar de cejas, una sonrisa que se intuye bajo la mascarilla y una afirmación rápida, rotunda y que no admite duda: UN GRAN TIPO, así con mayúsculas.

Pregunta.- Dice de usted la propuesta que se hizo para el premio que «aúna no solo conocimiento de su puesto sino también completa disponibilidad para cualquier tarea», «voluntario en los cometidos más exigentes», «gran capacidad de liderazgo que utiliza de forma ejemplar»… Imagino que le hará sentirse orgulloso, y que supondrá un acicate para continuar o incluso mejorar.
Respuesta.- Que comenten eso de mí, la verdad es que me enorgullece, lo valoro y lo agradezco, claro. Y sí, siempre intento hacer las cosas bien, e intento para mejorar en los cometidos que tengo que realizar. De hecho, para eso estoy estudiando mi grado medio.
P.- ¿Se vio sorprendido por el fallo del jurado?
R.- Sí me sorprendió, pues estaba de permiso y me llamaron para comunicármelo. Y pensé: «¡Pero si yo no he solicitado nada!» Tampoco pensé que me fuesen a dar nada, me dejaron bastante sorprendido. El que se acuerden de ti y las ayudas que me están dando a la hora de estudiar, el permitirme realizar los estudios, claro que se agradecen. Y entonces te dices que si hay que salir voluntario en algo o te piden un esfuerzo en algún momento dado, pues hay que hacerlo, por supuesto.
P.- Destinado en el Escuadrón de Plana Mayor y Servicios, ¿cuál es su cometido actualmente?
R.- Ahora mismo estoy en el equipo de mantenimiento de vehículos ligeros, y esto abarca tanto remolques, como todoterrenos Aníbal, camiones… Y luego, si hace falta, por supuesto, también estamos con los Centauros, los VEC y los BMR.

P.- Vamos, que al final, de todo un poco….
R.- Sí, al final todos hacemos un poco de todo. Todos nos ayudamos, dentro del taller si alguien está un poco más agobiado de trabajo y hay que echar una mano, siempre nos ayudamos.
P.- Entiendo que no se aburren, que hay trabajo de sobra.
R.- Así es, siempre hay trabajo, porque siempre hay vehículos que se estropean, vehículos que a los que hay que realizar un mantenimiento preventivo, vehículos que revisar para pasar las inspecciones técnicas… Siempre hay jaleo, sí.
Futuro
P.- ¿Cómo se plantea su futuro, ya próximo a los 45 años?
R.- Mi idea, mi intención es continuar, presentarme a tropa profesional permanente. Si no lo consiguiera, dado que la prueba para la obtención de tropa permanente cada vez es más complicada -aunque espero que sí-, estoy trabajando y estudiando para tener otra salida profesional.

P.- ¿Y por qué esa dedicación al mantenimiento de vehículos?
R.- De siempre me han gustado los motores y la mecánica. Ya antes de entrar en el Ejército, andaba con mi padre curioseando y hurgando en coches, es algo con lo que siempre he disfrutado.
P.- ¿Y la decisión de dedicarse a la milicia?
R.- Siempre me ha gustado la vida militar; o para ser más preciso, el compañerismo que se veía aquí y que viví cuando empecé a hacer el servicio militar en el año 2000. Entonces ya me enganchó más y me decidí a cambiar a soldado profesional y me quedé porque me gustaba, sí.
P.- ¿Qué le atrae de la vida militar? ¿El compañerismo, como me decía?¿la vocación de servicio?¿El servicio de las armas?
R.- Más que todo eso, lo que más me motiva es poder ayudar a la gente, especialmente en situaciones límite. Es una pena decirlo, pero en muchas ocasiones, escucho comentarios en la calle que ponen en tela de juicio la labor del ejército sin conocerla y se preguntan para qué sirve. Sin embargo, cuando sí hay problemas -pienso por ejemplo recientemente en el temporal Filomena o la propia pandemia que estamos sufriendo-, entonces la gente se pregunta: «¿dónde están los militares?». Es importante que se nos vea fuera, en la calle, ya sea a través de los compañeros de la UME retirando nieve o como muchas otras unidades, dando apoyo en la desinfección de recintos o simplemente haciendo patrullas para velar por que se cumplan las medidas que se dictaron durante los inicios de la pandemia. Solo así la población puede tomar conciencia del trabajo que realizamos ya que no todo es hacer la guerra.
P.- ¿En este último año sin igual, ha tomado parte en esos despliegues de apoyo a las autoridades civiles?
R.- He participado en la operación «Balmis»; pero en la parte que me corresponde a mí, claro, que es el mantenimiento de los vehículos, que era algo que nos exigía un trabajo permanente, el control de todos los vehículos para que pudieran salir a hacer las patrullas al exterior.
Asociación de Veteranos
P.- Por último, ¿le parece útil que exista una asociación que reúna a los veteranos de este regimiento?
R.- Creo que es una buena cosa, el no perder tradiciones e incluso que se puedan recordar cosas, o que nos den estas ayudas para el estudio. Me parece que es una buena manera de decir que, aunque hayan dejado de ser militares, aún recuerdan la vida militar, la respetan y la valoran.
P.- La última palabra se la dejo a usted…
R.- No quiero perder la oportunidad de agradecer a la Asociación de Veteranos del Regimiento “Farnesio” este premio que me han otorgado. Su reconocimiento nos ayuda a sentirnos valorados y apoyados además de ser un estímulo para seguir creciendo personal y profesionalmente. También quisiera agradecer a mi teniente coronel Juan Fernando Montero Martín, jefe del Regimiento Farnesio 12, a mi teniente coronel Sergio Martínez Ordoñez, fefe del Grupo de Caballería Santiago I/12 y a mi capitán Santiago Vázquez Manjarrés, jefe del Escuadrón de Plana Mayor y Servicios por el apoyo que me están prestando para poder realizar mis estudios. Así mismo, no me puedo olvidar de mis compañeros del 2º escalón de mantenimiento, de mi brigada Jesús Santana Rodríguez, jefe de la Sección de Mantenimiento, de mi sargento Pablo Sánchez Martínez, que siempre me animan a que estudie y prospere. Y por supuesto, no me quiero olvidar de mi pareja, Raquel, fuente de aliento y soporte cuando más lo necesito.
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